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domingo, 26 de mayo de 2013

La Hija.



-         Brrf, brrf! Mensaje instantáneo. Paqui abre un ojo. Son las ocho de la mañana y tiene que asistir a su recurso de peluquería y estética en la UFIL de Puerta Bonita. Antes comprueba el mensaje y mientras esboza una sonrisa, confirma las teorías evolucionistas sobre la importancia evolutiva del pulgar oponible, que maneja con gran destreza al responder con celeridad.

-         Brrf, brrf! Delante del desayuno, Paqui lee otro nuevo mensaje y responde a Pepe acompañando sus palabras de una foto que muestra su sobao pasiego, café y zumo. Se enzarzan en un intercambio de textos y se pasa el tiempo del desayuno, dejando el mismo intacto, salvo por dos sorbos al café templado y un leve mordisco al sobao mientras se levanta presurosa de la mesa.

-         Brrf, brrf! En pelotas y con el agua de la ducha corriendo, Paqui mira alternativamente a su iphone y al agua. Nota cierto nerviosismo mientras duda. Opta por contestar el mensaje que la emplaza, como todos los días, a quedar con Lauri en la parada del autobús, acompañándolo de una foto que le enviaron la noche anterior que reza: “Atleti, campeón” apareciendo la Puerta de Alcalá a rayas rojas y blancas.

-         Brrf, brrf! Ahhhh! – exclamación nerviosa - le falta tiempo para maquillarse el rabo del ojo, como ella denomina a la pincelada exagerada de eyeliner que le llega casi hasta la sien, confiriéndole un aspecto bastante grotesco. Opta por llegar tarde pues no va a dejar de ver los mensajes y maquillarse. “Me la suda” – verbaliza.

Al salir de casa se palpa el bolsillo derecho donde está su iphone y se siente segura. En el otro bolsillo, su paquete de cigarrillos y el mechero con la hoja de marihuana con los colores de la bandera de Etiopía impresos.

- Brrf, brrf, brrf,brrf! Esta vez se solapan varios chats y a Paqui le empiezan a sudar las manos notando una especie de desasosiego estructural en su cabeza. Contesta a Lauri y le dice que no la espere, a Saúl que es un borde, a Petri que los zapatos rojos, a Lucía que Carlos está como un queso, a Karim que le enseñe a bailar, a Marina que lo compró en Primark, a Manu que no tiene su mp3...

A lo lejos, en un banco, un abuelo se pregunta qué puede hacer una chica, parada como una estatua, desde hace 20 minutos al borde de la acera, sin cruzar, con algo entre las manos que la embelesa.
Paqui llega a la UFIL una hora y media más tarde y permanece en la cafetería sin entrar a la clase de D. Octavio debido a que prohibió el uso de móviles durante su hora de clase. Paqui no vuelve a pasar por ahí tras estallar en cólera el día de la prohibición, teniendo que pasar media mañana en el despacho del Jefe de Estudios. Al salir descubrió que tenía 280 mensajes y le dio un pequeño ataque de ansiedad que tuvo que sofocar “doblándose un chuflo de maría”.

Al salir de la cafetería se encuentra con Alvarito, su “papichulo”, como a ella le gusta llamarle. El chico la increpa por qué no le responde las llamadas de teléfono, pues éste, por rebeldía,  no tiene mensajería instantánea. “Te tengo que decir algo muy importante”...Brrf, brrf! – Alvarito se pone a hablar mientras Paqui atiende a su iphone, sin prestar atención a las palabras del chico.

Al cabo de un rato, mientras escucha algo sobre mechas, Paqui se esfuerza por pensar qué ha pasado con Alvarito y no logra determinar ni de qué han hablado ni cuándo se fue... En fin! – piensa.

Un repentino dolor agudo le hace salir de su ensimismamiento. Tiene una cita con “la prima comunista” que le recuerda cada 28 días su condición de mujer. Al salir del baño se recompone atusándose el cabello, reajustándose el pecho y, girando media vuelta, se mira el trasero en el espejo, -“culito, siempre firme” - mientras aprieta de forma intermitente los glúteos - . Mano derecha al bolsillo delantero y al palpar el iphone se siente mucho mejor, en sintonía con el mundo.

De camino a clase lo revisa y la visión de la pantalla la paraliza: 226 mensajes! Un sudor frío recorre su espina dorsal y tiene la sensación de que va a vomitar de forma irremediable. Se para y decide salir a la calle: necesita imperiosamente un cigarro. Sale sin rumbo, apretando fuertemente el aparato y sin perder la vista de la pantalla, no percatándose de la moto que se aproxima por su izquierda.

-“No te preocupes. Estás sedada, en el hospital. Tienes vendados los ojos. Estás en observación por un golpe en la cabeza. Has dormido un día entero. Tranquila, soy Gorka y te voy a dar de desayunar” – escucha Paqui como entre sueños.

Paqui nota la presencia del enfermero que se acerca a ella y le produce una sensación de hormigueo que no recuerda haber experimentado. Un leve roce en su mejilla le provoca un erizamiento de todos los pelos del cuerpo. Le encanta esa sensación mezclada con los calmantes. Al no ver, la incertidumbre de que pueda volver a acercarse le provoca una sensación primaria. El enfermero le lleva algo a la boca, lo mastica lentamente y le provoca un deleite que la hace salivar más de lo habitual. -“Es un sobao Martínez”, comenta Gorka. Paqui tiene la sensación de no haber probado nada igual, y no se lo explica, cuando los desayuna todos los días.

-“¿Qué tal estás?” – pregunta Alvarito mientras se aproxima para darle un “popito” en los labios. Paqui siente los labios del chico y solícita entreabre la boca y le da un beso húmedo que sorprende al muchacho por su duración e intensidad. Paqui experimenta una gran excitación sintiendo que se desarma por dentro de cintura para abajo, no pudiendo controlar el torrente que siente desbordarse, notando cómo le sube fuego por las mejillas. No puede entender cómo experimenta una sensibilidad tan extraordinaria con sólo tener los ojos cerrados.

-“Sólo vengo a desearte suerte y a despedirme” –comenta Alvarito.

Paqui llora desconsolada mientras le cuenta a Gorka, el enfermero, la conversación mantenida por la mañana con su “ex papichulo”, comentándole que le habían dado un trabajo en Barcelona en un garito en la playa y que quería que se hubiera ido con él.

-“Imagínate, en la playa, yo que nunca he visto el mar. Es mi sueño” le comenta al enfermero.

El chico se cansó de esperar y de la indiferencia mostrada por su chica hacia la ilusión no compartida por ella desde hace años de irse a trabajar a un sitio con mar. Por fin llegó y no sintió la ilusión con él.

Mientras charlan, Paqui experimenta otra oleada de buenas sensaciones al percibir el olor corporal de Gorka mientras la cambia el vendaje. Es un olor natural, como de hormonas, que conecta su cerebro reptiliano con sus instintos más básicos. Ensimismada, escucha el hilo musical y siente una gran emoción por esa música desconocida para ella que hace que brote una lágrima de sus ojos cerrados que Gorka percibe y le pregunta: -“¿Estás bien? – “Sí, ¿quien toca eso? – Wagner- “responde el enfermero”.

Paqui se siente turbada y sensible ante tanta emoción a flor de piel y no entiende cómo no ha sentido ninguna de esas sensaciones anteriormente. Comparte el pensamiento con Gorka.

-“Esto te pasa porque estando aquí puedes permitirte tener calma para enfocarte sin prisas en las cosas una a una y percibir con los otros sentidos las cosas sencillas que te rodean al no poder ver...”

-“¿Tienes novia?”, le pregunta Paqui.
-No.


“Pues acércate que me falta tocar, me das un beso con lengua y luego coges el iphone, lo tiras a la papelera y me traes un sobao pa...siegos”.


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